Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna.
¿Sería dulce o salada?
Tan solo querían probar un pedacito. Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo.
Se estiraban e intentaban cogerla, alargando el cuello, las piernas y los brazos.
Pero todo fue en vano, y ni el animal más grande pudo alcanzarla.